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Cómo llegó la Biblia a nuestras manos

La Biblia es el libro más influyente de la historia, considerado la Palabra de Dios por millones de personas alrededor del mundo. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre el proceso mediante el cual llegó hasta nosotros en su forma actual. Su historia es un testimonio de preservación, traducción y difusión que ha trascendido siglos y civilizaciones.

Los escritos originales

La Biblia se compone de dos partes principales: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento fue escrito principalmente en hebreo, con algunas secciones en arameo, y recoge la historia, leyes y profecías del pueblo de Israel. Los primeros escritos datan de más de 3,000 años atrás, y fueron conservados meticulosamente por los escribas judíos.

El Nuevo Testamento, por otro lado, fue escrito en griego koiné, la lengua común de la época, y contiene los relatos de la vida y enseñanzas de Jesús, así como las cartas de los apóstoles a las primeras comunidades cristianas. Estos escritos comenzaron a circular en el siglo I d.C.

La recopilación y canonización

A lo largo de los siglos, la comunidad de creyentes discernió qué libros eran inspirados por Dios y debían formar parte del canon bíblico. El canon del Antiguo Testamento fue ampliamente aceptado en el judaísmo antes del nacimiento de Cristo, mientras que el del Nuevo Testamento fue definido progresivamente, con una aceptación generalizada en los siglos IV y V d.C. La Iglesia primitiva utilizó criterios como la autenticidad apostólica, la coherencia doctrinal y su uso en las congregaciones para establecer los libros sagrados.

La preservación y copia de los manuscritos

Durante siglos, los textos bíblicos fueron copiados a mano por escribas dedicados. En el caso del Antiguo Testamento, los masoretas (siglos VI-X d.C.) aseguraron la precisión de las copias al desarrollar un sistema de vocalización y acentuación. Para el Nuevo Testamento, los primeros manuscritos fueron preservados en papiro y posteriormente en pergaminos.

Con el auge del cristianismo, los textos bíblicos se tradujeron a diferentes idiomas, siendo una de las más influyentes la Vulgata Latina, traducida por San Jerónimo en el siglo IV. Esta versión se convirtió en la principal Biblia de la Iglesia durante siglos.

La invención de la imprenta y la difusión de la Biblia

Un hito crucial en la historia de la Biblia ocurrió en el siglo XV con la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg. En 1455, se imprimió la primera Biblia en latín, lo que permitió una distribución más amplia del texto sagrado. Posteriormente, con la Reforma Protestante en el siglo XVI, surgieron traducciones en lenguas vernáculas, como la Biblia de Lutero en alemán y la versión en inglés de William Tyndale.

La Biblia en la actualidad

Hoy en día, la Biblia es el libro más traducido y distribuido en el mundo. Existen miles de manuscritos antiguos que han permitido a los estudiosos realizar traducciones cada vez más precisas y accesibles. Con el avance de la tecnología, la Biblia está disponible en formatos digitales, aplicaciones móviles y audiolibros, lo que facilita su acceso a millones de personas.

Conclusión

Desde sus orígenes en manuscritos antiguos hasta su disponibilidad en múltiples formatos digitales, la Biblia ha sido cuidadosamente preservada y difundida a lo largo de la historia. Su mensaje sigue vigente y transformando vidas, mostrando el poder de la Palabra de Dios para llegar a todas las naciones y generaciones.

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EL PELIGRO DEL EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD: UNA DISTORSIÓN DEL MENSAJE DE CRISTO

En las últimas décadas, el evangelio de la prosperidad ha cobrado gran popularidad, especialmente en el mundo occidental y en América Latina. Difundido por ciertos líderes religiosos y promovido a través de megas iglesias, programas de televisión y redes sociales, este mensaje promete bendiciones materiales, éxito financiero y salud en respuesta a la fe, las donaciones y las declaraciones positivas. No obstante, esta enseñanza no solo tergiversa el verdadero evangelio de Cristo, sino que también puede conducir a la decepción, el materialismo y una fe superficial.

¿Qué es el Evangelio de la Prosperidad?

El evangelio de la prosperidad, también conocido como teología de la prosperidad o doctrina de la palabra de fe, sostiene que Dios desea que todos sus seguidores disfruten de riqueza, éxito y salud en esta vida. Según esta enseñanza, la pobreza y la enfermedad son indicativos de una fe deficiente, mientras que la clave para recibir bendiciones materiales radica en “sembrar semillas de fe”, generalmente a través de contribuciones monetarias a la iglesia o a determinados ministerios.

Los defensores de esta doctrina suelen fundamentar sus enseñanzas en versículos bíblicos sacados de contexto, tales como:

3 Juan 1:2 – “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”.

Malaquías 3:10 – “Traed todos los diezmos al alfolí… y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.

Sin embargo, esta perspectiva ignora aspectos fundamentales del mensaje de Cristo, como el llamado al sacrificio, la humildad y la dependencia total de Dios en todas las circunstancias.

¿Por qué es peligroso este mensaje?

1. Distorsiona la enseñanza genuina de Jesús

Jesús nunca prometió riquezas terrenales a sus seguidores; por el contrario, su mensaje enfatizó la renuncia a lo material y la búsqueda de tesoros celestiales:

• Mateo 6:19-20 – “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen… sino haceos tesoros en el cielo”.

• Mateo 16:24 – “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.

El evangelio de la prosperidad desvirtúa la fe al enfocarla en la acumulación de bienes materiales, presentando a Dios como un simple proveedor de deseos terrenales en lugar de un Padre celestial que guía a sus hijos a la santidad.

2. Genera desilusión y pérdida de fe

Muchas personas que adoptan esta doctrina terminan sintiéndose defraudadas cuando no reciben las bendiciones prometidas. En lugar de entender que Dios tiene un propósito mayor en medio de las pruebas, concluyen erróneamente que su fe es insuficiente o que Dios los ha abandonado, lo que puede llevarlos a apartarse completamente de la fe cristiana.

3. Promueve la explotación económica de los creyentes

Algunos predicadores del evangelio de la prosperidad manipulan a sus seguidores para obtener grandes sumas de dinero, asegurándoles que recibirán milagros financieros a cambio de diezmos y ofrendas. Mientras tanto, ellos disfrutan de estilos de vida lujosos, lo que ha provocado escándalos y desprestigio para la imagen del cristianismo.

4. Ignora el sufrimiento y la soberanía de Dios

La Biblia muestra claramente que los seguidores de Cristo no están exentos de dificultades. Figuras bíblicas como Job, el apóstol Pablo y los primeros cristianos enfrentaron pruebas, persecuciones y pobreza, pero su fe no dependía de sus circunstancias.

2 Corintios 12:9 – “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.

Filipenses 4:12 – “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado…”.

El evangelio de la prosperidad niega la realidad del sufrimiento como parte del proceso de crecimiento espiritual y desconoce la soberanía de Dios sobre cada etapa de la vida.

¿Cómo responder al Evangelio de la Prosperidad?

1. Regresar a la enseñanza bíblica

El verdadero cristianismo se fundamenta en las Escrituras, no en promesas de éxito material. La verdadera prosperidad no se mide en riquezas, sino en la comunión con Dios y en la transformación del carácter.

2. Predicar un evangelio centrado en Cristo

El mensaje central del evangelio es la cruz: entrega, amor y salvación eterna. La meta del creyente no es la acumulación de bienes materiales, sino la vida eterna en comunión con Dios.

3. Denunciar las falsas doctrinas con amor

Es fundamental advertir a otros sobre los peligros del evangelio de la prosperidad, pero siempre desde el amor y la verdad, guiándolos hacia la enseñanza bíblica genuina.

4. Practicar la generosidad sin manipulación

Las ofrendas y los diezmos deben entregarse con un corazón agradecido, sin expectativas de recompensas materiales, sino con confianza en la provisión de Dios y en su voluntad soberana.

Conclusión

El evangelio de la prosperidad es una peligrosa distorsión del mensaje de Cristo que engaña a muchos, alejándolos del verdadero propósito del cristianismo. En lugar de perseguir riquezas y comodidades, los creyentes están llamados a seguir a Cristo con fidelidad, tanto en la abundancia como en la escasez. La verdadera bendición no radica en la acumulación de bienes materiales, sino en la paz, la salvación y la comunión con Dios.

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LA IMPORTANCIA DE LA FE SEGUN LA BIBLIA

La fe es uno de los pilares fundamentales en la vida cristiana. La Biblia la describe como la clave para nuestra relación con Dios y la base de nuestra esperanza en su promesa de salvación. A lo largo de las Escrituras, la fe es presentada como un requisito esencial para agradar a Dios y vivir una vida plena en su propósito.

¿Qué es la fe según la Biblia?

Hebreos 11:1 nos da una de las definiciones más claras: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”Esto significa que la fe es confianza en Dios, aun cuando no podamos ver físicamente el resultado de nuestras oraciones o promesas. Es la seguridad de que Dios cumplirá lo que ha prometido, incluso cuando las circunstancias parezcan adversas.

La fe como camino a la salvación

La Biblia enseña que la salvación se obtiene por fe, no por obras. En Efesios 2:8-9, se nos dice:“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Esto significa que nuestra redención no depende de lo que hacemos, sino de nuestra confianza en el sacrificio de Jesús en la cruz.

Ejemplos de fe en la Biblia

A lo largo de la Escritura, encontramos muchos ejemplos de personas que vivieron por fe:

• Abraham: Conocido como el padre de la fe, creyó en la promesa de Dios de que sería padre de una gran nación, aunque en ese momento no tenía hijos (Génesis 15:6).

• Moisés: Confió en Dios para guiar al pueblo de Israel fuera de Egipto, enfrentando el poder del faraón y el Mar Rojo (Éxodo 14:13-14).

• David: Enfrentó a Goliat con la confianza de que Dios estaba con él (1 Samuel 17:45-47).

Vivir por fe en el día a día

La fe no es solo para momentos de crisis o grandes decisiones; es un estilo de vida. Jesús enseñó que incluso una fe tan pequeña como un grano de mostaza puede mover montañas (Mateo 17:20). Esto significa que la confianza en Dios puede hacer posible lo imposible.

Además, la fe nos ayuda a vencer el miedo y la ansiedad. En Filipenses 4:6-7, se nos anima a confiar en Dios en lugar de preocuparnos:

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”

Conclusión

La fe es esencial para la vida cristiana. Es lo que nos sostiene en tiempos difíciles, nos acerca a Dios y nos da la certeza de su amor y promesas. A través de la fe, podemos vivir con esperanza, sabiendo que Dios está en control.

Si deseas fortalecer tu fe, comienza con la oración, la lectura de la Biblia y la práctica diaria de confiar en Dios en cada aspecto de tu vida. ¡Él nunca falla!

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EL EJEMPLO DE UNA MUJER VIRTUOSA

Cuando pensamos en un ejemplo de virtud, la Biblia nos ofrece un retrato inspirador en Proverbios 31:10-31. Este pasaje no solo describe las cualidades de una mujer que honra a Dios, sino también los principios que guían su vida y la hacen digna de elogio. Una mujer virtuosa no es perfecta, pero su vida refleja su compromiso con Dios y su dedicación a servir a los demás.

1. Su valor es incalculable

El pasaje comienza con una afirmación contundente: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (Proverbios 31:10). Este versículo nos recuerda que el verdadero valor de una mujer virtuosa no radica en su apariencia o en lo que posee, sino en su carácter y en su corazón rendido a Dios. Es alguien que vive con integridad y temor del Señor.

2. Es diligente y trabajadora

“Busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos” (Proverbios 31:13). La mujer virtuosa no teme al trabajo. Ya sea en el hogar, en su comunidad o en el lugar de trabajo, ella utiliza su tiempo y energía para ser productiva y bendecir a los demás. Su dedicación no solo beneficia a su familia, sino que también impacta positivamente a quienes la rodean.

3. Cuida de su familia

Proverbios 31 enfatiza cómo la mujer virtuosa es un pilar fundamental para su hogar. “Se levanta aun de noche y da comida a su familia” (Proverbios 31:15). Ella está atenta a las necesidades de su hogar, mostrando amor y cuidado en cada detalle. Su esfuerzo asegura que su familia esté bien provista y protegida.

4. Es generosa y compasiva

“Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso” (Proverbios 31:20). Una mujer virtuosa no solo se preocupa por su propia familia, sino que también muestra compasión hacia los necesitados. Su corazón generoso refleja el amor de Dios y busca hacer una diferencia en la vida de los demás.

5. Habla con sabiduría

“Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua” (Proverbios 31:26). Las palabras de una mujer virtuosa edifican, guían y consuelan. Ella elige hablar con gracia, mostrando prudencia y amabilidad. Esto la convierte en una influencia positiva tanto en su hogar como en su comunidad.

6. Tiene temor de Dios

“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada” (Proverbios 31:30). El rasgo más importante de una mujer virtuosa es su relación con Dios. Su vida está centrada en él, y su fe es el fundamento de todo lo que hace. Su temor al Señor la impulsa a vivir con propósito y a buscar la voluntad de Dios en todo momento.

Aplicaciones Prácticas

El ejemplo de la mujer virtuosa es una inspiración para todas las mujeres, sin importar su etapa de vida. Algunas formas de aplicar estos principios son:

1. Buscar a Dios diariamente: Dedicar tiempo a la oración y a la lectura de la Biblia fortalece nuestra fe y nos da sabiduría para enfrentar cada día.

2. Servir con amor: Ya sea en el hogar, en la iglesia o en la comunidad, buscar maneras de bendecir a otros refleja el corazón de una mujer virtuosa.

3. Hablar con gracia: Elegir nuestras palabras con sabiduría puede traer paz, esperanza y edificación a quienes nos rodean.

4. Vivir con integridad: Ser fieles en las pequeñas cosas demuestra nuestro compromiso con Dios y con los valores que él nos enseña.

Conclusión

La mujer virtuosa descrita en Proverbios 31 no es un estándar inalcanzable, sino un modelo que nos inspira a vivir una vida dedicada a Dios. Su ejemplo nos recuerda que el verdadero éxito no se mide por los logros materiales, sino por el impacto espiritual y emocional que dejamos en quienes nos rodean. Que todas las mujeres encuentren en este pasaje una guía para crecer en virtud, y que todos podamos reconocer y honrar a las mujeres virtuosas que Dios ha puesto en nuestras vidas.

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Poner los Ojos en Jesús: Una Decisión que Cambia Todo

En un mundo donde las prioridades están constantemente cambiando, la Biblia nos invita a hacer algo radical: poner nuestros ojos en Jesús. Esta simple acción tiene el poder de transformar nuestra vida y guiarnos hacia una relación más cercana con Dios. Pero, ¿por qué deberíamos tomar esta decisión? Veamos cómo y por qué esta elección es crucial.

1. Jesús es nuestro fundamento

Jesús mismo declaró: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Juan 14:6). Al enfocarnos en él, estamos construyendo nuestras vidas sobre un fundamento inquebrantable. Todo lo demás puede fallar: el dinero, las relaciones humanas o nuestras propias habilidades. Pero Jesús nunca falla. En él encontramos la estabilidad que el mundo no puede ofrecer.

2. Nos ayuda a enfrentar las tormentas

La vida está llena de pruebas. Tal como Pedro caminó sobre el agua hacia Jesús y comenzó a hundirse al mirar las olas (Mateo 14:30), también nosotros podemos tambalear si nos enfocamos en nuestros problemas en lugar de en Jesús. Poner los ojos en él nos da la fuerza para atravesar las tormentas con confianza, sabiendo que él siempre está con nosotros.

3. Nos da dirección y propósito

Hebreos 12:1-2 nos exhorta: "Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe". Mirar a Jesús nos recuerda que no estamos solos en nuestro camino y que nuestro destino es glorificar a Dios. Con él como guía, nunca perderemos la dirección.

4. Nos transforma desde adentro

En 2 Corintios 3:18, Pablo escribe que al contemplar a Cristo, somos transformados a su imagen "de gloria en gloria". Fijar nuestra mirada en Jesús no solo cambia nuestra perspectiva, sino también nuestro corazón. Sus enseñanzas y su ejemplo moldean nuestra manera de pensar, actuar y amar.

Cómo Mantener Nuestros Ojos en Jesús

1. Leer y meditar en la Palabra de Dios: La Biblia es la principal manera en que podemos conocer a Jesús. Cada página nos revela su carácter y su voluntad para nuestras vidas.

2. Orar regularmente: La oración nos conecta con Jesús y nos recuerda que dependemos de él. Es en esos momentos de intimidad donde encontramos paz y dirección.

3. Participar en la comunidad de fe: Congregarse con otros creyentes nos anima a mantener nuestra mirada en Jesús. Juntos podemos aprender, orar y adorarlo.

4. Servir a los demás: Cuando servimos a otros, reflejamos el corazón de Jesús. Esto nos ayuda a mantenernos enfocados en él y en su ejemplo de amor y sacrificio.

Conclusión

Poner los ojos en Jesús no es una decisión de un momento, sino un estilo de vida. Es elegir verlo como nuestro fundamento, nuestra guía y nuestra esperanza constante. Al hacerlo, encontramos paz en las tormentas, transformación en nuestra alma y propósito en nuestra vida. Que cada día sea una oportunidad para mirar a Jesús, confiar en él y caminar en su luz.

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El Peligro de la Incredulidad en la Iglesia: Una Alerta Espiritual

La incredulidad es un enemigo silencioso pero devastador dentro de la iglesia. Aunque muchas veces pasa desapercibida, puede minar la fe de los creyentes, debilitar el testimonio del cuerpo de Cristo y obstaculizar el mover de Dios en medio de Su pueblo. Reflexionemos sobre este tema, no solo para identificar este peligro, sino también para combatirlo con la verdad de la Palabra de Dios.

¿Qué es la incredulidad?

La incredulidad es más que una simple duda; es una resistencia en el corazón a confiar plenamente en Dios y en Su Palabra. Es una actitud que lleva a cuestionar las promesas de Dios, debilitando nuestra fe y obediencia. En Hebreos 3:12 se nos advierte:

“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo.”

La incredulidad es peligrosa porque no solo afecta al individuo, sino que también puede influir en toda la congregación, sembrando apatía espiritual y desconfianza.

Consecuencias de la incredulidad en la iglesia

1. Impide el obrar de Dios

En Marcos 6:5-6, se nos dice que Jesús no pudo hacer muchos milagros en Nazaret debido a la incredulidad de las personas. Aunque Dios es todopoderoso, Él ha diseñado Su relación con nosotros de tal manera que la fe juega un papel esencial en Su obrar. Cuando la incredulidad domina, la iglesia se convierte en un terreno árido, incapaz de experimentar Su poder transformador.

2. Causa división y desánimo

La incredulidad fomenta actitudes críticas, murmullos y desconfianza entre los miembros de la iglesia. En lugar de trabajar unidos para cumplir la misión de Cristo, la incredulidad genera conflictos que debilitan la unidad del cuerpo de Cristo (1 Corintios 1:10).

3. Debilita el testimonio de la iglesia

Cuando los creyentes no viven conforme a su fe, el mundo lo nota. La incredulidad en la iglesia envía un mensaje contradictorio a quienes buscan esperanza en Dios, lo que puede alejarlos de Cristo.

Ejemplos bíblicos de incredulidad

1. El pueblo de Israel en el desierto

A pesar de presenciar los milagros de Dios, como la apertura del Mar Rojo y el maná del cielo, el pueblo de Israel cayó repetidamente en incredulidad. Esto les impidió entrar en la Tierra Prometida (Números 14:22-23), mostrando cómo la incredulidad nos priva de las bendiciones de Dios.

2. Los discípulos de Jesús

Incluso aquellos que caminaban con Jesús lucharon con la incredulidad. Después de la resurrección, Jesús reprendió su falta de fe:

“Les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.” (Marcos 16:14)

Esto nos recuerda que nadie está exento del peligro de la incredulidad.

¿Cómo combatir la incredulidad en la iglesia?

1. Poner la Palabra de Dios en el centro

Romanos 10:17 dice:

“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.”

Cuando la iglesia prioriza la enseñanza y el estudio de la Escritura, los corazones son fortalecidos y la incredulidad pierde terreno.

2. Vivir en obediencia activa

La fe crece a través de la acción. Al obedecer la Palabra de Dios, incluso cuando no entendemos todos los detalles, aprendemos a confiar en Su fidelidad.

3. Fomentar una vida de oración

La oración es fundamental para vencer la incredulidad. Cuando enfrentamos dudas, podemos hacer la misma oración que el padre en Marcos 9:24:

“Creo; ayuda mi incredulidad.”

4. Recordar las obras de Dios

Al recordar y testificar de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, fortalecemos nuestra fe y edificamos a otros. Los testimonios personales son una poderosa herramienta para vencer la duda.

Una exhortación final

La incredulidad es una amenaza que debemos tomar en serio. No solo afecta nuestra relación con Dios, sino también nuestra capacidad como iglesia para cumplir Su propósito. Sin embargo, hay esperanza. Jesús nos asegura:

“¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” (Juan 11:40)

Como iglesia, enfrentemos la incredulidad con una fe viva y comprometida. Pongamos nuestra confianza en el Dios que nunca falla, sabiendo que, con Él, todas las cosas son posibles. Que nuestras iglesias sean lugares donde la fe florezca, donde las promesas de Dios sean vividas, y donde Su gloria sea evidente para el mundo que nos observa.

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LA SANTIDAD: UN LLAMADO DE DIOS PARA TODOS LOS CREYENTES.

La santidad es un tema central en las Escrituras y un llamado que Dios hace a todos los que lo siguen. Más que una simple idea o un estándar moral, la santidad es un estilo de vida que refleja la naturaleza y el carácter de Dios. En este blog exploraremos qué es la santidad, por qué es importante y cómo podemos vivir una vida santa en un mundo lleno de desafíos.

¿Qué es la santidad?

La santidad es la cualidad de ser apartado o consagrado para Dios. Es un estado espiritual en el que una persona busca vivir conforme a los principios de la Palabra de Dios, alejándose del pecado y acercándose a la pureza de corazón y vida.

“Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16).

Dios mismo es la fuente de toda santidad. Él es perfecto, puro y apartado de todo pecado. Como Sus hijos, se nos llama a reflejar Su carácter santo en nuestra forma de vivir.

La importancia de la santidad

La santidad no es opcional para el creyente; es un mandato divino y una señal de nuestra transformación en Cristo.

1. Es la voluntad de Dios para nosotros

Dios nos ha llamado a una vida de santidad como parte de nuestro crecimiento espiritual. Esto significa que debemos apartarnos del pecado y buscar agradar a Dios en todo lo que hacemos.

“Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación” (1 Tesalonicenses 4:3).

2. Nos permite acercarnos a Dios

El pecado separa al ser humano de Dios, pero la santidad nos acerca a Su presencia. La pureza de corazón y vida es esencial para una relación íntima con el Señor.

”¿Quién subirá al monte de Jehová? … El limpio de manos y puro de corazón” (Salmo 24:3-4).

3. Es un testimonio para el mundo

Una vida santa no solo glorifica a Dios, sino que también sirve como luz para los demás. Cuando vivimos en santidad, mostramos al mundo la diferencia que Cristo hace en nuestras vidas.

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).

Cómo vivir en santidad

Aunque vivimos en un mundo lleno de pecado, Dios nos da las herramientas necesarias para caminar en santidad. Aquí hay algunos principios prácticos:

1. Reconocer nuestra dependencia de Dios

La santidad no es algo que podamos alcanzar por nuestras propias fuerzas. Es el resultado de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.

“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).

2. Alimentarnos de la Palabra de Dios

La Biblia es nuestra guía para la santidad. A través de ella conocemos la voluntad de Dios y recibimos la dirección necesaria para vivir conforme a Sus principios.

“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17).

3. Apartarnos del pecado

La santidad implica una decisión consciente de alejarnos de aquello que desagrada a Dios. Esto requiere identificar las áreas de nuestra vida donde hay pecado y arrepentirnos sinceramente.

“Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19).

4. Perseverar en la oración

La oración es esencial para mantenernos en comunión con Dios y fortalecernos en nuestro caminar hacia la santidad.

“Velad y orad para que no entréis en tentación” (Mateo 26:41).

5. Rodearnos de una comunidad cristiana

Congregarnos con otros creyentes que buscan la santidad nos ayuda a crecer y a mantenernos firmes en la fe.

“El hierro con hierro se aguza, y así el hombre aguza el rostro de su amigo” (Proverbios 27:17).

Los frutos de la santidad

Cuando vivimos en santidad, experimentamos los frutos de una vida consagrada a Dios. Algunos de ellos incluyen:

1. Paz interior: La obediencia a Dios trae paz y gozo a nuestras vidas (Isaías 32:17).

2. Fortaleza espiritual: La santidad nos hace más resistentes a las tentaciones y al pecado.

3. Relación más profunda con Dios: Una vida santa nos acerca al corazón del Padre.

4. Impacto en los demás: Nuestra santidad inspira a otros a buscar a Dios y a vivir para Él.

Un llamado personal

La santidad no es un estándar inalcanzable reservado para unos pocos. Es el llamado de Dios para todos Sus hijos. Aunque enfrentaremos desafíos, podemos tener la seguridad de que Dios está con nosotros en este proceso, ayudándonos a vivir vidas que le honren.

“Por tanto, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1).

Conclusión

La santidad es mucho más que un mandato; es una invitación de Dios a caminar en Su luz y a experimentar Su plenitud. Aunque no somos perfectos, el Espíritu Santo nos capacita para vivir una vida que refleje el carácter de Cristo. Respondamos a este llamado con humildad y determinación, sabiendo que todo esfuerzo por vivir en santidad glorifica a nuestro Señor.

Si este blog ha sido de bendición para ti, ¡compártelo con otros! Juntos podemos animarnos a vivir en santidad y reflejar la gloria de Dios en nuestras vidas. ¡Que el Señor te bendiga!

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LA SANA DOCTRINA IVAN GARCIA LA SANA DOCTRINA IVAN GARCIA

LA SANA DOCTRINA: POR QUE ESTA SIENDO ATACADA EN NUESTROS DIAS.

LA SANA DOCTRINA: POR QUÉ ESTA SIENDO ATACADA EN NUESTROS DIAS

En un mundo donde las verdades absolutas son constantemente desafiadas, la sana doctrina cristiana enfrenta ataques en diversas formas. Este fenómeno no es nuevo; la Biblia nos advierte que en los últimos tiempos “vendrán tiempos peligrosos” (2 Timoteo 3:1), donde las personas “no soportarán la sana doctrina” (2 Timoteo 4:3). Pero, ¿por qué está ocurriendo esto ahora de manera tan evidente? En este blog, exploraremos las razones principales por las que la sana doctrina está siendo atacada y cómo los creyentes podemos permanecer firmes.

1. La cultura relativista y la verdad subjetiva

Vivimos en una era donde el relativismo domina. La sociedad actual promueve la idea de que “la verdad es relativa” y que cada quien puede tener su propia versión de lo que es correcto. Esto choca directamente con la sana doctrina, que proclama verdades absolutas basadas en la Palabra de Dios.

Impacto en la iglesia: Algunas congregaciones han adoptado una postura “suave” frente al pecado para no ofender o para atraer más personas, diluyendo así los principios bíblicos.

Ejemplo bíblico: En tiempos de los jueces, “cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25), una situación similar a lo que enfrentamos hoy.

2. Falsos maestros y evangelios distorsionados

La Biblia nos advierte que en los últimos tiempos surgirán falsos maestros que introducirán herejías destructivas (2 Pedro 2:1). Estos maestros distorsionan el evangelio para ajustarlo a los deseos del hombre en lugar de proclamar la verdad divina.

Evangelio de la prosperidad: Promueve riquezas materiales y éxito personal como el enfoque principal, desviando a los creyentes de la centralidad de Cristo.

Evangelio emocionalista: Busca experiencias y emociones en lugar de una relación profunda basada en la Palabra de Dios.

Consejo: Examinar todo a la luz de la Escritura, como los bereanos, quienes “escudriñaban cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11).

3. Influencia del mundo y conformismo

La presión de la cultura secular ha llevado a algunos creyentes a comprometer su fe para evitar ser rechazados o etiquetados como intolerantes. Esto ha resultado en:

• La aceptación de prácticas que la Biblia condena.

• La eliminación del concepto de pecado en algunos discursos para “acomodarse” a las demandas sociales.

Romanos 12:2 nos llama a “no conformarnos a este mundo, sino a ser transformados por la renovación de nuestra mente”. Sin embargo, muchos han cedido ante la corriente, olvidando que el mensaje del evangelio siempre será “locura” para el mundo (1 Corintios 1:18).

4. Ignorancia bíblica

Un gran porcentaje de los ataques contra la sana doctrina provienen de una falta de conocimiento bíblico tanto dentro como fuera de la iglesia.

Problema: Muchos creyentes no conocen las Escrituras ni las doctrinas fundamentales de la fe.

Consecuencia: Esto los hace vulnerables a aceptar doctrinas falsas.

Solución: Regresar al estudio profundo y sistemático de la Biblia (2 Timoteo 2:15).

5. La batalla espiritual

No debemos olvidar que detrás de los ataques a la sana doctrina está el enemigo de nuestras almas. Satanás busca distorsionar la verdad y apartar a los creyentes del camino de Dios.

Advertencia bíblica: Efesios 6:12 nos recuerda que “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas”.

Arma espiritual: La Palabra de Dios, descrita como “la espada del Espíritu” (Efesios 6:17), es nuestra herramienta para resistir.

Cómo defender la sana doctrina

1. Estudio de la Palabra de Dios:

• Conocer la Escritura es esencial para discernir la verdad del error. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105).

2. Oración constante:

• La oración fortalece nuestra relación con Dios y nos da sabiduría para enfrentar los desafíos.

3. Compromiso con la verdad:

• No debemos ceder ante las presiones culturales ni temer proclamar la verdad, aun si esto trae rechazo.

4. Pertenecer a una iglesia centrada en la Biblia:

• Busca una congregación que predique la sana doctrina y que fomente el discipulado.

5. Compartir la verdad con amor:

• Defender la sana doctrina no significa ser agresivos o condenatorios. “Hablen la verdad con amor” (Efesios 4:15).

Conclusión

La sana doctrina está siendo atacada porque representa la luz en un mundo de tinieblas. Los ataques provienen del relativismo cultural, los falsos maestros, el conformismo, la ignorancia bíblica y la batalla espiritual que enfrentamos como creyentes. Sin embargo, Dios nos ha dado las herramientas necesarias para resistir y proclamar Su verdad.

Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35). La sana doctrina permanecerá, y es nuestra responsabilidad como creyentes defenderla y vivirla, recordando que somos llamados a ser luz y sal en el mundo.

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